Yo tenía una ilusión. Una ilusión que no sé verbalizar, pero en la que decidí involucrarme al 1000%. Un año antes había analizado, recogido y valorado en la sombra muchos aspectos susceptibles de mejora. y cuando digo susceptibles de mejora lo digo desde un punto de vista objetivo.
Cuando ya no hubo marcha atrás decidí dar todo de mi, todas mis fuerzas, tiempo y ganas. Pensé, ilusa, que el colegio en el que trabajaba sería un lugar al que los maestros quisiesen ir, pero olvidé que había un gran grupo que aún a día de hoy no se dio cuenta de que su profesión es esa, la de maestro.
Un proyecto que se antojaba complicada ya de por sí, resultó ser una esponja que absorvió casi si no lo hubiera remediado a tiempo, toda mi sonrisa de por vida.
A día de hoy siento fracaso, aún así no me doy por vencida. Al margen de estos sentimientos volvería a pasar por el mismo calvario, ya que lo que no me mató me hizo más fuerte.
Después de algunos años como maestra y uno como jefa de estudios, después de ser coordinadora de varios grupos, de haber sobrepasado con creces el mínimo de cursos de formación que te exigen para cobrar los sexenios, me nombraron directora.
Yo ingenuamente supuse que un maestro quiere trabajar; que un maestro que cobra por ese trabajo quiere ganarse el sueldo, que un maestro que trabaja y cobra por ganarse el sueldo quiere dar todo de sí mismo, al menos en lo que durara la jornada escolar... Ignoré el gran consejo que una profesora a punto de jubilarse me dio justo después del nombramiento: "con estos bueyes tendrás que arar". No aré bien, me arrollaron.
Cuando un compañero, cuando un maestro prefiere tomar un café antes de ir a clase, charlar en el pasillo mientras los alumnos/as lo esperan, avisar a otro de que rebaje su constante actividad para no quedar el resto en evidencia; cuando esto ocurre, pasar cada día por la sala de profesores, aunque no lo parezca, no es agradable.
Durante dos años mi sonrisa dentro del centro fue constante, mi vida fuera era una nube negra lloviendo a chuzos. Después de esos dos años se consiguió algo? Algunos me dicen que sí, materialmente se puede apreciar que sí, pero no hubo un solo día en que fuésemos un centro educativo preocupado en ayudar a la sociedad, no en conjunto. El equipo anterior no lo consiguió, el equipo posterior tampoco; la inspección? perdón, quién?
Aún así, gracias a compañeros como Miguel Ángel Santos Guerra y sus palabras, quiero volver a tropezar en la misma piedra, porque pienso que los MAESTROS no podemos permitirnos el lujo de perder la ilusión.